Relatos cortos Zaragoza  24 ago 2020

UNA VISITA ACCIDENTADA

Era viernes y por fin Amelia había terminado sus clases en el instituto. -¡Mamá, me voy a casa de la abuela-gritó al entrar por la puerta de casa después de darle un beso a su madre. -Espera hija. Acabo de hacer un bizcocho, ¿le puedes llevar un trozo?-le dijo su madre mientras lo envolvía en papel de plata y lo metía en una bolsa. -Sí mamá-contestó Amelia a lo lejos mientras se ponía la cazadora de plumas en la que siempre llevaba en el bolsillo derecho una libretita y un boli y el gorro de pompón para salir. -¿Por qué no te pones el poncho rojo que te hizo la abuela? Le gustará-trató de corregirle su madre. -Porque no me gusta. Con esa capucha roja parezco un cófrade de la Hemandad de la Sangre de Cristo-respondió Amelia con firmeza mientras salía por la puerta con la bolsa. Su abuela vivía escasamente a dos manzanas de su casa. A pocos metros del portal se encontró al Porretas, un chico de la edad de Amelia que fumaba porros y la perseguía porque le parecía un bocado suculento. -¿Qué pasa Amelia? ¿Adónde vas?-le dijo el Porretas mirándole de arriba a abajo.. -¿Y a tí qué te importa?-le contestó Amelia de malos modos. -Me importa porque me gustas-le dijo descaradamente el Porretas. -Pues tú a mi no, que te quede claro-le contestó Amelia siguiendo su camino más deprisa. -La verdad es que esos ojos verdes me matan-volvió a descararse el Porretas. -Son para asesinarte con la mirada-le contestó enfadada Amelia. -Y esos labios rojos tan bien marcados, y esas manos tan bonitas...-le retó el Porretas. Amelia se giró y le dió una bofetada que lo tiró al suelo. -Son para que las sientas mejor, ¿está claro? Déjame en paz o llamo a la policía-le gritó Amelia totalmente encendida de rabia. El Porretas estaba aturdido y descolocado. Amelia aprovechó y corrió hacia la casa de su abuela. Casi pierde la bolsa del bizcocho. Llamó al timbre y le dijo: -Corre, abre abuela.- Enseguida sonó el timbre y Amelia abrió la puerta. Subió corriendo las escaleras hasta llegar a casa de su abuela. -¿Qué te pasa, hija?-le dijo asustada su abuela. -El Porretas, que me ha perseguido, abuela. No sé cuántos llevaba hoy pero se ha puesto muy pesadito y le he dado una torta-dijo Amelia aún sofocada en la silla. -Toma, mamá me ha dado bizcocho recién hecho para tí-y le entregó la bolsa que le había dado su madre.. En el salón estaba sentado un chico muy atractivo que se quedó prendado de Amelia desde que entró por la puerta. Ella ni se había dado cuenta del susto que llevaba encima. Mientras su abuela llevaba el bizcocho a la cocina, sus miradas se cruzaron y Amelia se presentó: -Hola, me llamo Amelia y soy la nieta de la señora Cordelia-le dijo al desconocido. -Yo soy Fran, el nuevo vecino de tu abuela. He pasado a saludarla. Encantado-se presentó Fran y le dio dos besos en la mejilla. Cuando llegó la abuela, ya estaban en animada conversación. La abuela se alegró por Amelia y se unió a las risas de los jóvenes. Conocía bien a su nieta y no tenia duda de que había tomado la iniciativa para presentarse. Pasado un rato, Amelia se levantó y dijo: -Abuelita, me voy ya a casa. Vuelvo otro día-. -Cuando quieras, hija-le dio un beso despidiéndose de ella. -¿Te puedo acompañar a casa? Cordelia espero que no le importe. Si aparece el Porretas no creo que se atreva a acercarse-sugirió Fran, sin esconder el deseo de conocer un poco más a Amelia. Las dos estuvieron de acuerdo, y los jóvenes bajaron por las escaleras charlando y riendo. Siguieron así el camino de vuelta a casa de Amelia y en el portal, se miraron a los ojos, él se acercó a besarle, esta vez en los labios. Amelia respondió al beso con gusto. Sacó la libretita y el boli del bolsillo y escribió algo que le entregó a Fran en la hoja que arrancó de la libreta. -No te preocupes, te llamaré-le sonrió Fran al despedirse. Al darse la vuelta, Amelia sólo vio que Fran levantaba muy contento el papel con el número de teléfono que le había dado conforme se alejaba. Por el camino, Fran se encontró con el Porrretas, que vio asustado los ojos de Fran inyectados en sangre y una sonrisa malévola. -Ya eres mía.-susurró Fran cuando dejó atrás al Porretas.


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alfonxiko glubs, que miedito !!!!!!!!!!!!!!!pero es que, si ya no te puedes fiar ni del vecinito de tu abuela, en quien podras confiar ?
23/10/2020
cuca Es una reconstrucción contemporánea de Caperucita Roja. Tengo una teoría: no lo entregues todo de inmediato; dale a todo el mundo un mes de trato frecuente y en ese tiempo verás su verdadera personalidad.
23/10/2020
cuca Ni te fíes ni desconfíes.
23/10/2020
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