Relatos cortos Zaragoza  28 abr 2019

ÁNGEL FIERAMENTE HUMANO

ÁNGEL FIERAMENTE HUMANO El fracaso le cubría como una segunda piel. Incapaz de responder a preguntas sobre su pasado, se movía por la vida guiado, unicamente, por su instinto de supervivencia. El vacío vertiginoso de su existencia le era ajeno. Cada mañana, tras el parco desayuno, salía del Refugio de Indigentes y encaminaba sus lentos y vacilantes pasos hacia el Parque Grande. Revisaba las cabinas de teléfono que encontraba a su paso, y de vez en cuando, encontraba alguna moneda, que guardaba con infinito cuidado en algún bolsillo del informe capote con que se cubría aquel invierno. Otra de las rutinas durante su larga marcha hacia el parque, era inspeccionar cada papelera, recogiendo y guardando cualquier resto de comida que encontraba, para, una vez llegado al parque, sentarse, siempre en el mismo banco, y ofrecerlo a las palomas. Quizá os preguntéis cómo se tanto de él. Sencillo, soy su ángel de la guarda.

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