LOMEO Y JULIETA
Aquel niño traía el semblante torvo y hosco, como si estuviera rumiando una gran ofensa o una gran pena.
El niño viste ropas humildes, mil veces remendadas y recosidas con la vieja máquina de coser Singer de su abuela.
Atraviesa unos albares abrasados por el sol del mediodia, hasta llegar a un tinglado donde hay ropa tendida que se agita blandamente, al compás de las escasas ráfagas de aire.
Mira rápidamente a su alrededor. Abre la bragueta de su pantalón y orina sobre la tierra polvorienta. A continuación, amasa la orina y la tierra, formando con el espeso barro una gruesa bola que recoge, para acercarse a la ropa tendida.
Se planta delante de un vestido de chica, y empieza a frotarlo con la bola de barro, mientras musita :
-- ¿Conque prefieres ser la novia del Brincarribazos? ¡ Pues que te lo limpie la madre del Brincarribazos .