viernes, 11 de mayo de 2012
Invado tus adentros con mi vara.
Recorro, una vez mas, el tierno túnel
en cuyo fondo me haces hombre,
vez tras vez.
Embriaguez de jadeos y sudores compartidos,
nuestros cuerpos se entreveran,
y ya no somos más uno y uno, ni siquiera dos.
Solo somos uno, un cuerpo, un placer,
un ansia inextinguible, un vértigo divino
que se transmuta en pura luz.
Y, hechos ya dulce ceniza,
abandonamos nuestros cuerpos
en un eterno momento de carne satisfecha