Anoche antes de llevarme mis duendes
Creí oír una voz que me llamaba,
Abrí los ojos, pero no había nadie
Miré a mi alrededor, pero ella no estaba
Resignado y pensativo, cerré los ojos
Y abrí la puerta de para en par a la esperanza,
Regresé a mi irreal mundo de locos
Tal vez, esperando una nueva llamada
Creo que a partir de ahí me quedé dormido
Y de todo mis duendes el más viejo y sabio
Me miró a la cara y me tendió su mano,
Y me dijo, acompáñame quiero que veas algo
Antes me pidió que cerrara los ojos,
Durante minutos creí volar, flotar en la nada
Y llegados a punto exclamó: puedes abrirlos
Y ahí estaba ella...tumbada sobre su cama
Pasaron fugaces segundos, eternos en el tiempo
El infinito me pareció efímero ante tanta belleza
Y aquel duendecillo sabio al verme, me pregunto:
¿te gustaría saber que es lo que pasa por su cabeza?
Dudé por un momento
Si ser legal o fugitivo,
Si eterno esclavo
O fugaz testigo
Si comportarme cual bandido
O renunciar a ser su dueño
Opté por ser un intruso escondido
Que profanaba su sueño
Mis ojos no daban crédito
Al ver aquel enigma, sin máscara
Aquella niña lloraba de espaldas
Lo que parecía reír a la cara
No se como, ni cuando llegué
Pero el caso es que allí estaba
Intimando con su piel
En aquel sueño de oro y plata
Podía cortarse el deseo junto a aquella cama
Dos lobos que habían abandonado su manada,
Dos cuerpos que buscaban su revancha,
Dos sedientas bocas, enlazadas
Fue cuando aquel duendecillo sabio
Me miró y me dijo en voy muy baja,
¿ves como a veces un sueño,
dice más que mil palabras?
Aun perdura el sabor de la dulce resaca,
De aquella que fuese la noche más larga,
De aquella de la cual jamás debí despertar,
De aquella que vino a robarme el alba
Me queda el recuerdo en la noche fría,
En la que sea apagó la razón y prendió la llama,
En la que vi, como el hielo se fundía,
Aquella noche, la cual jamás debió conocer la mañana.
Alberto