La inmensidad de la noche me doblega.
Miro al cielo, inmenso, iluminado
por un prodigioso titilar de estrellas
y pienso en tí. Mi corazón enamorado,
absorto en lo infinito, te recuerda,
te anhela, y se pregunta
adónde se esconde aquella
sonrisa tuya, aquellos besos,
tu mirada...
tus mohines. Esos gestos tan tuyos
que adornaban tus palabras...
Miro al cielo, abigarrado
de corazones rotos que deslucen la alborada
y lloro. Lloro, sí desconsolado
respirando la honda calma
de ese piélago infinito
que a la vez acongoja y reconforta mi alma.
Miro al cielo y te veo a tí, sonriendo
y guiñándome un ojo desde lo alto.